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Las andanzas de Lu*

Y yo, dónde quedo?

Y yo, dónde quedo?

Han pasado muchas cosas en los últimos tiempos... cosas que a pesar de todo, no me hacen tirar la toalla. Insisto y sigo insistiendo en la plenitud de mi vida, sin embargo, como todos los seres humanos, no puedo evitar cuestionarme: Y yo, ¿dónde quedo? en medio de tanto aceleramiento, contradicciones, decepciones, angustias, sobresaltos y clamores...

A veces, y muy a pesar de mí me siento cansada, quiero (y no lo pido) un descanso para mi cabeza y mi corazón. Si bien ahora estoy de vacaciones "físicas", los acontecimientos que me rodean me mantienen alerta y a la expectativa; preocupada, temerosa y sumida en un pozo a través del cual me aferro a la luz, una luz que quizá no exista y yo la proyecto para seguir avanzando.

Hasta dónde entregarse? hasta qué punto poner toda la carne al asador?  ¿hasta cuándo decir ¡basta!? No pretendo vivir en un lecho de rosas, vivo en Argentina, con todo lo que ello representa, inmersa en las carencias propias de los países en vías de desarrollo (sic). Con las incertidumbres eternas de una furtiva vuelta de tuerca, propia del sistema brutal y despiadado.

No es cuestión de bajar los brazos, no es cuestión de volverse fatalista y putear al dios que descansa en los cielos, no es el momento de declararse vencido, porque hay que seguir peleando. Pero estoy cansada... Mi corazón es como esos limones viejos que lucen bellos a través de lo artificios de supermercados, sin embargo debo cada noche someterlo a tratamiento y hacerla una buena "lavada de cerebro" para que siga latiendo.

En dónde quedo yo en medio de tanta gente, de tantos conflictos, de tantos dolores, de tantas batallas y tantas desilusiones?... Qué jodido es crecer y ser adulto! Reconozco que he cambiado, ya lo sé, no me lo digan, no hace falta; yo sé que he cambiado. Ojalá pudiera volver a ser la loca e irreverente de siempre, ojalá siguiera creyendo en los santos reyes y el ratón de los dientes.

Vengo, desde hace meses cayendo en la cuenta que por fuerza de seguir estoy perdiendo el rumbo, me extravié en algún lugar de mis pensamientos y por más intentos que haga por encontrarme, no hay caso; no me encuentro. Estoy bien, si, no se alarmen, tan sólo son cuestiones existenciales propias de mi edad, mi personalidad y las circustancias.

Necesito un sorpresivo vuelco de timón para seguir recorriendo el camino que me he trazado. Necesito detener el paso, mirar a ambos lados, me hace falta recuperar las fuerzas que dejé por algún lado. Quiero leer, leer y sólo leer para perderme en las páginas de historias que nos son las mías; necesito buscar y buscar en lo más profundo de mi alma el rumbo que elegí y que debo seguir andando.

Lu*

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